Lo que parecía imposible, ocurrió. Un año después del Ébola.


Antes del 6 de Octubre de 2014, en muchas de las charlas en las que informábamos sobre el Ébola a trabajadores del hospital, uno de mis compañeros solía decir «con todos los hospitales que hay en Madrid, mucha casualidad sería que viniera al nuestro».

Pues ocurrió.

Recuerdo muchas cosas de ese día, como de los siguientes. Fueron días muy complicados en trabajo y en sentimientos. Recuerdo quién dió un paso al frente y a quién le costó. Tengo casi todo lo que se publicó sobre el caso, y mucho material inédito, que quizá un día merezca la pena enseñar. Pero el Ébola no apareció ese día. Estaba en nuestras vidas desde muchos meses antes.

No podía pasarnos justo a nosotros, pero desde junio teníamos reuniones de los Servicios que podrían estar implicados: Urgencias, Críticos, Medicina Interna, Laboratorio, Ginecología, Pediatría, Preventiva, Prevención…

Decenas de personas trabajaron para hacer lo que había que hacer durante meses. No se sabrán sus nombres, sólo hicieron su trabajo. «Sólo». Pero yo recuerdo como en agosto, estando en la playa, habia llamadas para tomar decisiones sobre compra de equipos de protección. Los que se quedaban seguían trabajando. Como no podía ser menos.

No me olvidaré tampoco quien al oír hablar del Ébola se reía, incluso quienes no fueron a las charlas, porque «esto va a ser como la gripe A: un cuento». Quizá fueron luego de los que más gritaron.

Y gracias a muchos que trabajaron duro, como otra tarea habitual más, todo salió bien. Porque llegó un paciente con un informe que decía que «no cumplía criterios», que empeoró rápidamente, que fue atendido, diagnosticado, tratado, trasladado, y que sobrevivió. Y nadie se contagió.

Gracias a Juanma, que se convirtió en héroe quizá sin quererlo, al asumir una ardua tarea y hacer todo lo que necesitaba la paciente, y más. Gracias al enfermero que entró con Juanma cada vez en la habitación, hasta un total de 13 veces, tan héroe como él, y tan bueno, pero que ha querido y sabido mantener el anonimato.

Y gracias al primero que sospechó que esa ambulancia en la que llegaba una paciente  debía ser tratada de forma especial y en vez del trámite normal, la llevó, después de poner a todos guantes y mascarillas, a la sala preparada para casos de Ébola, por el camino que se le había dicho sin atravesar la urgencia. El celador al que todos tanto debemos y que merece mi admiración y la de todos.

Y a todos los que sin entrar estuvieron cerca, proporcionaron material y apoyo, y hablaron con la Comunidad y el Ministerio,  que intentaron acelerar lo que se retrasaba sin deber.

Y a los que siguieron haciendo su trabajo que nada tenía que ver, pero hicieron que se siguiera atendiendo a quien, muchos con miedo, vinieron a sus citas concertadas en el resto de servicios del hospital.

Los ECDC, el equivalente a los CDC americanos, que no tardaron en mandar esa misma semana varios representantes para hacer una revisión completa de lo ocurrido, nos felicitaron. Incluso adoptaron alguna medida que ellos no habían pensado, como la compra de un pequeño analizador para no meter la muestra de sangre en la cadena general (POCT).

Su conclusión, después de horas de preguntas, paseos, consultas, discusiones, fué que «en Alcorcón habéis tenido la mala suerte de que viniera un caso de Ébola. Siempre podría haberse hecho mejor,  pero creemos que Europa tiene suerte de que haya pasado en vuestro hospital». Un orgullo.

Se pudo hacer mejor, pero no se habrían obtenido mejores resultados. Y agradecerselo a la «suerte» es verdaderamente injusto.

Decenas de personas merecen el agradecimiento de todos. El mío lo tienen, y se lo intento demostrar a pesar de todos los malos momentos, de muchos malentendidos, de presiones varias, de un ambiente enrarecido que todo lo cuestionaba, y que llegó los siguientes días incluso a los hijos de los trabajadores del hospital a los que en algunos ambientes se se les miraba mal.

Un año después, toda una cadena de profesionales, un grupo de personas animosas, grandes, cada uno en lo suyo, merecen el cariño de sus conciudadanos.

El mío lo tienen. Y siempre intentaré que el de los demás también, y demostrarselo.

Acerca de Rafael

Médico del Trabajo y Médico de Familia. Del Atleti. Padre de 3 asombrosos hijos. Nunca dejes de Soñar.
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4 respuestas a Lo que parecía imposible, ocurrió. Un año después del Ébola.

  1. NIR dijo:

    Cuando funcionan los protocolos no hacen falta héroes

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  2. Sopaga dijo:

    No podias haberlo contado mejor, entre lineas se ven tus buenos sentimientos y tu compañerismo y eso que muchos fuimos testigos de la tormenta que tuviste que superar sin que nadie supiera que si los protocolos funcionaron fue por tu empeño, cuando nadie te hacia caso seguiste insistiendo…….. gracias.

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